miércoles, 15 de noviembre de 2017

¡Viva Descartes!


Desde hace tiempo venimos quejándonos -yo mismo en muchas ocasiones- del "dualismo" cartesiano. Solemos decir que hay quasi necesariamente más opciones que las puramente dicotómicas -bueno/malo; masculino/femenino; blanco/negro;...- y que esta forma de pensar tiene sus bases en las miradas judeocristianas y la del filósofo francés. 

Sin embargo, probablemente no es tan así. Quizás el primero que afirma con potencia eso del dualismo es Platón con su lamentable metáfora de la caverna -y su diferenciación entre el mundo de las ideas y el material-, mucho antes de que Descartes naciera. Y eso, lo de Platón, influye absolutamente bastantes años más tarde en siglos de oscurantismos: la Edad Media, con su patrística, escolástica  y todo eso. Excepto con algunas excepciones (sic). Por ejemplo Plotino (siglo III, a puntito de iniciarse esa oscura Edad), quien siendo neo-platónico como parece que es, lleva el dualismo a su extremo máximo, identifica claramente el mundo de las ideas (ya se había hecho antes, creo) con el espíritu y con Dios y dice que este último es el Uno, el Todo, sí. Pero que es absolutamente inconcebible, impensable, incognoscible. Elegante y clarificador. A esto se le ha dado en llamar Teología Negativa. Es decir, se puede "saber" lo que Dios NO es; pero no lo que es. A pesar de esta, déjame que lo diga, "evidencia", los diez siglos posteriores prácticamente toda la filosofía se afana en mostrar la existencia de Dios. Bueno, se apartan un poco de esa línea mis amados Pedro Abelardo, Roscelino y otros nominalistas (pocos; enseguida se los cargan; siglos XI-XII) y un poco después Guillermo de Ockham (siglo XIII-XIV).

En la época de Ockham se está abriendo un poco de luz en las tinieblas e iniciando tímidamente el llamado Renacimiento que culmina, precisamente con Descartes (siglo XVI-XVII) y el inicio de la Ilustración y el Racionalismo. Nuestro filósofo trata de hacer algo muy loable, en mi opinión: refundar la filosofía desde cero. Prácticamente. Insisto, durante los últimos mil años solo se habla de Dios, so pena de ir a parar a la hoguera. Y Descartes lo sigue haciendo. Pero en un movimiento intelectual extraordinariamente hábil, en esa nueva filosofía basada en el método de la duda, deja de lado a Dios. ¿Cómo? Afirmando que es lo único que existe de manera verdadera. Y lo argumenta por contraposición a quienes no creen en Él, que en ese entonces algunos pocos ya empiezan tímidamente a publicitarlo. Es decir, si hay quien no cree en Dios es porque Este existe ¡Fenomenal!

Tan fenomenal que así puede dedicarse casi de lleno a la búsqueda de la verdad a través de su método y de las matemáticas; el único saber que en un principio el francés considera verdadero; pero del que después también duda. Y lo suyo es, precisamente eso, la duda metódica. Descartes duda de todo; incluso de la propia duda (¡fenomenal también!!!)  y su conclusión (estoy resumiendo e interpretando todo el rato, eh?) es que de lo único que no podemos dudar es del famoso cogito; la razón. Sigue identificándola con Dios ya que es Él quien nos la ha dado, a diferencia de los animales a quienes considera máquinas porque no disponen de lenguaje a través del que expresar los frutos de sus razonamientos (y por eso no los tienen; los razonamientos, digo). Como también así lo hace con el cuerpo humano y el mundo de lo tangible. Es decir, estos tampoco disponen de lenguaje a través del que explicitar sus significados racionales.

Digo que sigue identificando la Razón con Dios; pero de una manera diferente a como se viene haciendo. La Razón por sí misma puede darnos alguna seguridad, alguna referencia -¡tan necesarias en nuestras vidas cotidianas!- cosa que no puede hacer el mundo material ya que nuestros sentidos, basados en una máquina imperfecta, tienden a engañarnos.

¿Es este, por sí mismo, el gran mérito de Descartes, acerca de quien estoy escribiendo algo más extenso y fundamentado que esto que escribo ahora? No. Su mérito es que abre las puertas a la Ilustración, como digo. Al Racionalismo. Y, sobre todo y como reacción a sus propuestas filosóficas, al Empirismo (siglos XVII y XVIII; el Empirismo es el Racionalismo llevado a su extremo, como ya he fundamentado en otros lugares -1-). A un empirismo básicamente inglés con Locke y Berkeley. Pero sobre todo con Hume, empirista radical, escéptico (y considerado por algunos el primer filósofo auténticamente ateo) y uno de los inspiradores -en mi opinión- más potentes del Construccionismo Social, que es, al fin y al cabo, acerca de lo que estoy escribiendo todo el rato.

¡Saludos!!!

Josep

Adenda: el profesor de la Universidad de La Sorbona y especialista en la obra de Descartes, Geneviéve Rodis-Lewis, afirma en su prólogo a la edición del Discurso del método que estoy revisando para el artículo más largo y fundamentado a que me he referido (1981. Madrid: Alfaguara) que el Discurso es el libro de filosofía más universalmente conocido. No estoy absolutamente seguro de ello, ni me importa demasiado. Pero no he podido resistir la tentación -por si no lo conoces- de copiar sus dos primeras páginas. Advierte su fina ironía, la claridad de exposición,... además de que está generalmente aceptado que es el primer libro de filosofía escrito en primera persona; algo impensable en esa época (1637) y en muchísimos entornos académicos actuales...



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