¡Hola!
Se me hace necesario dar
una pequeña explicación acerca del uso de la expresión «perder el
norte» en el título de mi novela La chica que ha perdido el norte, https://www.josepseguidolz.info/la-chica-que-ha-perdido-el-norte.
Desde el principio ya supe que eso podría dar lugar a ciertas dudas y así
surgió en algunos diálogos con colegas y amigas que habitan en el Cono Sur
latinoamericano o cerca.
Quiero señalar que yo
mismo vivo en un país que está al Sur del Norte. O sea, España, abajo, abajo
del todo de esa especie de engendro capitalista y militarista que es la Unión Europea.
En el caso de la novela
la expresión no tiene nada que ver con la geopolítica o la economía mundial y
como he encontrado alguien que lo explica mucho mejor que yo, aquí un copia y
pega del significado de la misma:
«Cuando
alguien pierde el norte significa que pierde la razón, que se comporta de forma
desordenada y errática, como si estuviese desorientado, como no supiera dónde
está, quién es, ni cómo debe comportarse.
El origen de esta frase proviene de la forma original que se tenía antiguamente
para orientarse, es decir, gracias a la Estrella del Norte o Estrella Polar,
principal medio de orientación para los navegantes cuando el Sol se encondía
tras el horizonte y no podían ver el camino de ninguna forma. Si ellos perdían
el Norte, estaban perdidos, a la deriva, sin saber a dónde iban. Y desde
entonces hasta ahora se ha mantenido esa gran expresión que es "Perder el
Norte"». Fuente: https://expresionesyrefranes.com/2007/02/18/perder-el-norte.
Creo que con esto queda todo
aclarado si bien, como siempre, estoy abierto a cualquier comentario (además de
que en la propia novela ya lo hay).
Y quiero aprovechar la
ocasión para aclarar algo más. Previo al inicio de la novela hay tres citas. Una
es del filósofo Jean Baudrillard; la segunda del psicólogo Jerome Bruner y la
tercera de autor desconocido, encontrada por casualidad en Facebook en la fecha
que se indica en el libro. La reproduzco:
«Ellas
no piden igualdad ni saben lo que que son las leyes de protección están tan
enojadas con su vida sexual que nada les plase este tipo de seres retrogradas
no se definen por su jenero por eso ni por que ay tanto apoyo alas mujeres que
no lo entienden son seres pero humanos no, el humano agradesen crece y entiende
estos seres solo son seres vivos y anosotros nostaca entenderlos esos seres
vivos no tienen capacidad de entendimiento en fin».
Cuando lo leí me entraron arcadas y estuve a punto de vomitar. El malestar fue prácticamente tan intenso como el que sintió Cristina, la protagonista de la novela. Pasé varias noches en vela reflexionando acerca de si dejar este asqueroso texto o quitarlo. Finalmente opté por la primera opción a modo no solo de provocación (lo reconozco), si no también de ejemplo de cómo piensan a día de hoy demasiados hombres machos; pensamiento del que, por supuesto, abomino como sabe muy bien quien me conoce. Y sí, en la propia novela también hay algún que otro comentario al respecto.
Bueno, pues eso: quería
justificarme (habrá quien piense que no hacía falta; ¡gracias!) y lo he hecho.
Me quedo más tranquilo.
¡Saludos!
Josep