martes, 15 de diciembre de 2020

Escribir como tocarse los huevos


 

(En este escrito utilizo el género neutro sin ninguna connotación sexista ni binarista).

Por si alguien no lo entiende, “tocarse los huevos” es una expresión popular que quiere decir algo así como “no hacer nada”, “perder el tiempo”, “holgazanear” y cosas parecidas. Y escribir tiene bastante de eso, independientemente del género que se practique (incluso el de la literatura científica).

El género de la autoayuda merece capítulo aparte, ya que ahí sí que hay que trabajar mucho, sobre todo en plagiar lo que otros escriben intentando que no se note (aunque siempre se nota, claro), o incluso auto plagiándose, que es dificilísimo. O eso me parece, vaya.

Para escribir (bien o mal ya no es asunto mío; en todo caso de los doctores en Caligrafía) es necesario no querer enseñar nada a la gente, como Stephen King, y divertirse mucho, como Harumi Murakami. Si uno quiere transmitir mensajes, entonces no escribe, predica. Y si otro padece escribiendo, más vale que se vaya a dar un paseo y se piense dos veces si vale la pena sufrir tanto o si no será mejor entrar a una iglesia y pedir confesión. O a un establecimiento de psicología clínica, de orientación psicoanalítica mejor (que es donde de verdad hacen aflorar los traumas infantiles y todo eso). Además, ahí siempre hay clínex gratis.

Tampoco hace falta tener una historia interior que contar ni fijarse en las tendencias del mercado. Si quien escribe hace esto último lo que quiere es hacerse millonario, como Dan Brown o J. K. Rowling. Supongo que eso no debe de estar nada mal (ser millonario). Aunque uno escriba mierdas al estilo del primero; de la segunda no lo sé porque nunca he leído ninguno de sus libros. Y si tiene esa historia miente porque nunca hay nada en el interior. Para escribir bien, según los cánones (y además de la Caligrafía) debería de ser suficiente con tener una historia; sin calificativos. Y casi casi que ni siquiera eso (mejor, a ser posible).

El escritor profesional vive del cuento (nunca mejor dicho). A veces trata de imitar a la realidad (algo imposible según Juanjo Millás) o de inventar mundos imaginarios que nunca tienen nada que ver con los que escribe Jorge Luis Borges (esos sí que son reales; más que la propia realidad). Claro que, excepto los del genial argentino (perdón, todos los autores que he citado hasta ahora son geniales; menos Brown, Rowling repito que no lo sé), los otros mundos sirven muy bien para los guiones de video juegos y para algunas series de Netflix. Y eso forma parte de la cultura popular no solo entre los más jóvenes que (me creas o no) siempre saben lo que hacen; también entre los mayores, siempre con sus celulares o sus plaiesteison o sus televisores inteligentes. Y la cultura popular es sagrada. Y lo sagrado no se toca, so pena de ir al infierno, que es otro mundo imaginario muy bien construido. Los huevos sí, sí que se tocan. Los propios y los de los demás. Es bastante saludable. (Sustitúyase, si se quiere, "huevos" por otro sujeto, "parrús" por ejemplo).

No hace falta utilizar palabras malsonantes, como hago yo en el título de este escrito para llamar tu atención; igual que con la imagen de Javier Bardem de la peli de mi admirado (y también genial) Bigas Luna. Aunque alguna mola de vez en cuando. Tampoco hay que ser muy explícito con cosas de sexo o de violencia o de política. Con asuntos de amor, sí. Eso siempre caracteriza a la buena literatura (incluso a la científica; no digamos a la de autoayuda).

No sé si quería escribir algo más por aquí, ya no me acuerdo. Así que voy a seguir tocándome los huevos en otro sitio (en mi próxima novela, por ejemplo, La chica que ha perdido el norte).

¡Ah! Que no se me olvide esto: «para escribir bien (además de la Caligrafía y los cánones) hay que ser muy cuidadoso con la Ortografía». Por ejemplo, no hay que abusar de los paréntesis (como yo sí que hago en este escrito; mal hecho).

¡Hasta luego!

Josep

www.josepseguidolz.info