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Hay bastantes cosas en
este mundo tan raro que nos circunda al tiempo que nosotras y nosotros lo
circundamos que me llaman poderosamente la atención. Por ejemplo, todos los
discursos de motivación, superación, mejora de la autoestima y etcétera.
Desde luego no son
nuevos. Es posible que hayan existido siempre; no en vano las religiones pueden
tener una gran parte de sus bases en esas cosas. Y también es posible que en
tiempos de crisis económicas, estos discursos se refuercen. Como los de la
espiritualidad. No soy el primero que lo dice, aunque ahora no recuerdo
exactamente quien lo dijo antes. Sorry.
Hace unos veinte años asistí en mi ciudad a la presentación de un
curso de esos de motivación en los que la gente acaba caminando descalza sobre
brasas. Creo que aún se hacen esas cosas. Las modas se repiten. O no se terminan nunca, que es lo mismo...
Lo que más gracia me hizo de la presentación fue que uno
de los presentadores -sic- dijo tan alegremente y todo convencido que no era psicólogo, pero que se
presentaba como tal porque cualquier persona es capaz de actuar “como si” lo
que quiera actuar. Solo necesita eso, motivación… Esto me motivó bastante para
abandonar la presentación y, por supuesto, no inscribirme al curso. Ya tenía
claro que no lo iba a hacer. La verdad es que pagar 600,00 euros más o menos
por estar dos días hablando de lo bueno que eres, lo mucho que vales, abrazando
a todo dios y caminando sobre cenizas no me parece una inversión muy
aconsejable.
Pero bueno, todo esto
viene a cuento de que ayer vi en la televisión una entrevista que le hicieron a
un deportista de élite y ‘coach’. Hasta aquí nada nuevo ni destacable. Lo que
hacía especial a esta persona es que era invidente. Sí, ciego, que no ve.
Sin ninguna duda tengo un
gran respeto y aprecio hacia todas las personas con capacidades diferentes a
las habituales. Y, sin ninguna duda también, me pareció que este chaval hacía
cosas tremendamente especiales incluso para muchas personas que sí que podemos
ver. Nadar, correr, bicicleta,… a niveles de rendimiento deportivo muy
elevados.
Lo que me molestó un poco
es que en un momento dado me dio algo de 'cosa' el aire de triunfador –a lo
que el entrevistador le ayudaba mucho, claro- del chico. Llegué a pensar algo así como, “qué
envidia no ser ciego para poder hacer todas esas cosas”. Y aquí está el asunto que me trae a escribir en el blog.
Que este chaval, o cualquier otro, sea campeón en deportes paralímpicos es
excelente. Que eso se venda como un producto más del coaching de motivación y
tal, ya me parece tremendamente cruel. Cruel para las muchas personas en su
situación o parecidas -u otras- que nunca llegarán a ganar una medalla olímpica, salir
por la tele haciéndose publicidad, escribir
y publicar un best-seller de autoayuda, ni cobrar una pasta por sus conferencias.
Claro que mientras haya
quien pague por eso…
Por cierto, el subtítulo del best-seller es "El secreto está en tu mente". En fín...
Vale, lo dejo aquí por
ahora…
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